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La violencia es una herramienta del Estado para impedir que intervengamos en la política. Por lo tanto, el objetivo del aparato de poder es, a largo plazo, abatir e intimidar tanto a individuos como a las estructuras subyacentes mediante la violencia y la represión. No se puede prever la magnitud de la represión, pero tampoco nos encontramos ante algo completamente aleatorio, caótico ni incalculable. La represión sigue una lógica determinada y, en algunas circunstancias, comprenderla puede resultar muy útil.
Ya antes de la Cumbre del G-20 se han llevado a cabo discursos amenazantes e intentos de reclutamiento por parte de la policía. Al igual que sucedió con la OSCE, estamos preparados para presenciar durante el G-20 la actuación militar de los maderos, vestidos con atuendo de combate negro blindado, helicópteros dando vueltas sobre la ciudad constantemente, controles arbitrarios y detenciones, así como la criminalización de aquellos que se oponen a la Cumbre.
A la atmósfera de amenaza y a la criminalización jurídica se les suma la aplicación de violencia que puede generar traumas, un componente de la represión estatal. En general, el ataque a individuos con un fin determinado intimida a la resistencia política y origina un sentimiento de incapacidad para actuar y de impotencia ante el poder estatal.
Para poder desarrollar estrategias de actuación resulta útil poseer información acerca de lo que puede suponer una tensión psicológica llevada al extremo, de cómo se pueden percibir las consecuencias para los afectados y su entorno, y de la forma de evitarlo.
Como activistas de izquierdas, debemos ser conscientes de que estamos expuestos en todo momento al riesgo de recibir violencia estatal, no sólo física, sino también psicológica. Para prepararse, un intercambio de impresiones y la creación de una red pueden ofrecer protección y seguridad ante las lesiones tanto internas como externas. Se trata de encontrar formas de hacer posible la capacidad de actuación individual y del grupo a pesar de la violencia y la represión existentes.
La tensión psicológica extrema se puede producir, en general, en situaciones amenazantes en las que nos sentimos impotentes o incapaces de actuar.
Cualquiera puede verse afectado, no importa su experiencia. Incluso si la violencia no nos afecta de forma directa, sino que la reciben otros, puede provocarnos fuertes tensiones. A algunos de nosotros nos golpean brutalmente, y esto nos asusta y nos hace sentirnos bloqueados. El miedo es una reacción comprensible a la violencia y la brutalidad a las que nos enfrentamos. Algunas reacciones frecuentes consecuencia de la tensión psicológica extrema son la susceptibilidad exagerada, conductas de evasión y represión y revivir la experiencia. Aquellos afectados por la violencia de los maderos sufren consecuencias emocionales a largo plazo. Para tratar el sentimiento de impotencia provocado por los maderos, es esencial que el entorno se comporte de forma solidaria y protectora, y que preste su apoyo. A menudo, puede resultar de mucha ayuda expresar y compartir los sentimientos originados a partir de vivencias violentas.
Estaremos encantados de que acudáis a Out of Action durante la preparación de la Cumbre del G-20, en el transcurso de ésta y también después. Intentaremos estar disponibles para vosotros en las acampadas y en espacios abiertos de izquierdas durante las protestas contra la Cumbre del G-20.
Además, podemos ponernos en contacto a través de un número de teléfono público y por e-mail. Aparte de esto, formamos parte de las estructuras antirrepresión en Hamburgo, Berlín, Colonia, Dresden, Leipzig, Frankfurt am Main y Bochum y sus alrededores, y estamos a vuestra disposición. En caso de que viváis en una ciudad en la que no haya grupo de Out of Action, escribidnos de todas formas y encontraremos una manera de apoyaros. Junto la ayuda concreta que proporcionamos, el grupo tiene como objetivos eliminar el tabú que rodea a la presión psicológica como parte de la represión y fomentar que se aborde este tema en los ambientes de izquierdas, así como lograr la consideración de la «mierda psicológica privada» como tema político. Para esto, el grupo ofrece talleres y eventos informativos, y atendemos tanto a colectivos como a individuos. Las consecuencias de la represión no son una «cuestión personal», nos afectan a todos y, si nos unimos, podremos enfrentarnos a ellas.
¡Vamos a hacer del G-20 un desastre!
¡Nos vemos en Hamburgo!
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